Sharina Jones perdió sus dos piernas con 5 años de edad. Treinta años después esta norteamericana se quedó embarazada de su primer hijo. Entonces se dio cuenta de que no había nada en el mercado que le permitiera hacer aquello que, como cualquier madre, deseaba hacer: pasear a su hijo. Sharina se hizo una pregunta “¿Por qué no podía pasear a su bebé como el resto de sus amigos papas?”.
El problema de Sharine lo resolvió un ingenioso adolescente de 16 años de edad y con residencia en Detroit (EE UU) llamado Alden Kane. El estudiante seguía un curso especializado en ciencias, matemáticas e ingeniería. Partiendo de esta base de conocimientos, el joven estuvo trabajando en un prototipo de silla de ruedas para Sharina Jones. Alden empezó con 15 diferentes planteamientos, hasta llegar a la idea de silla que, finalmente, desarrollaría.
Según palabras de Alden Kane, su prioridad, a la hora de concebir y desarrollar la silla, es que el bebé estuviera seguro durante su paseo. Después, que la mamá pudiera ser totalmente independiente. Planteadas estas dos premisas, el estudiante de último curso de bachillerato eligió fabricar una silla que pudiera plagarse fácilmente y que, además, pudiera ser transportada, sin problemas, en cualquier tipo de coche. Otra de las cosas que hizo Alden fue reunirse con Sharine, saber lo que quería -y no quería- que fuese su silla. De aquellas conversaciones surgieron problemas a resolver… como por ejemplo, donde colocar la bolsa de pañales o como la propia Sharine podía moverse en su silla.
Sharina Jones no es una mamá cualquiera. Después de pasarse toda una vida utilizando su silla de ruedas para realizar sus actividades diarias, ahora la propia Sharina ha montado una ong (Think Beyond the Chair –Pensamientos desde detrás de una silla-) para hacer llegar sillas de ruedas a niños del Tercer Mundo.