El próximo 29 de febrero la cantante Adele cantará en Belfast (Irlanda del Norte). Las entradas para asistir a su concierto se acabaron en 20 minutos. Hasta ahí todo normal, si se tiene en cuenta que los tickets para el concierto tuvieron nada menos que 40.000 peticiones. La historia particular de Ivan Parkinson, padre de una niña discapacitada y fan de Adele, es lo que se sale de lo normal.
Ivan quería que su hija tuviera, como regalo especial de Navidad, unas entradas para ir a ver actuar en vivo a su cantante favorita. Sin embargo, le fue imposible hacerlo, dada la velocidad con la que se vendieron las localidades. Parecía que la hija de Ivan (y él mismo) se iba a quedar sin su regalo más especial. Sin embargo, el azar jugó sus cartas.
Shirley Innes, desde la ciudad norirlandesa de Durham, cometió un error: al comprar las entradas no advirtió que las localidades que estaba comprando eran exclusivas para discapacitados. Se dio cuenta de su error a los pocos minutos…pero, cuando eso ocurrió, todas las entradas para el concierto estaban vendidas. Demasiado tarde. Estuvo al tanto, por si alguien revendía sus entradas, a través de Internet. Sin embargo, eso nunca ocurrió.
Ella no las podía utilizar, así que, en lugar de que se perdieran, se puso en contacto con los periodistas del Belfast Telegraph. El periódico publicó la historia y, de este modo, Shirley e Ivan pudieron ponerse en contacto. Él estaba, incluso, dispuesto a pagar por una entrada para su hija lo que se pidiera en la reventa (los precios, en este caso, ya ascienden a 138 euros). Sin embargo, Shirley sólo quería que alguien pudiera disfrutar del concierto, ya que ella no iba a poder hacerlo, así que sólo le cobró a Ivan el precio oficial de venta de las entradas… esto es, 52 euros.