Nigeria ha sido, durante muchos años, uno de los pocos países del mundo en el que la polio se ha mantenido activa. Así que, aunque durante todo el año 2015 no se ha detectado ningún nuevo caso, el país se ha tenido que acostumbrar a vivir con esta realidad… y lo ha hecho. Los nigerianos han desarrollado un modo de vida en el que han sabido incluir la realidad de esta enfermedad. Entre las adaptaciones vitales que las gentes de este país han ingeniado, hay una especialmente peculiar: el para-soccer, futbol adaptado a la polio.
Jugando al para-soccer, los supervivientes de la polio –y aficionados al futbol- de Nigeria han encontrado su propio espacio vital. En 1998, Misbahu Lawan Didi creó este deporte en el Centro de Rehabilitación de Marina en Lagos y, hasta la fecha, esta modalidad deportiva no sólo se ha convertido en una referencia en Nigeria. Su práctica se ha extendido a otros países africanos.
Misbahu nació en el estado nigeriano de Kano y contrajo la polio a los tres años. Siempre le había gustado el futbol y decidió que no iba a dejar de jugar a su deporte favorito. Fue entonces cuando, con otros amigos afectados de la polio como él, inventó este deporte. Actualmente, Didi es el presidente de la Federación Nigeriana de Para-Soccer, en la que se agrupan diversos equipos en los que juegan supervivientes de la polio. Los equipos integrados en la federación juegan una liga e, incluso, se desplazan a jugar partidos en Níger, Camerún y Ghana.
Para practicar este deporte los jugadores se mueven, por el terreno de juego, con unas sillas especiales. Se fabrican en el taller que Abdulhahi Lawna, un antiguo jugador de este deporte, regenta a las afueras de Lagos, la capital del país. Y es que Abdulhahi decidió abrir un taller de fabricación de estas sillas especiales y ahora dedica su vida a dar oportunidades a supervivientes de la polio, cuyas condiciones de vida rozan los umbrales de pobreza. “muchos enfermos de polio apenas cuentan con recursos económicos y la mayoría acaba pidiendo en las calles. Yo jugaba y un día me ofrecieron la oportunidad de abrir el taller. Me prestaron el terreno y me facilitaron dinero. En un país donde la polio es uno de los menores problemas, es necesario apoyar a los supervivientes. Hay que hacerlo no con caridad, sino con formación y empleo” explica Abdulhahi.
Pero el taller de Abdulhahi es más que un taller. En su parte trasera encuentran techo y cobijo afectados de la polio que no tienen dónde ir. En este espacio, de aspecto espartano, sin ninguna comodidad, se viven vidas exentas de lujos. Sin embargo, para las personas que viven aquí, estar simplemente significa un antes y un después en sus vidas.
Pepe Varela