Durante la crisis, el paro entre las personas discapacitadas subió y subió… al mismo ritmo que se reducían (o, directamente, desaparecían) las ayudas. Y es que, según los datos correspondientes al año 2014, y publicados hace unos días por el Instituto Nacional de Estadística, en su informe El Empleo de las Personas con Discapacidad, la tasa de paro en este colectivo en el 32,2% en 2014. Esto es, casi tres puntos menos que el año anterior, cuando era del 35%.
También mejora la tasa de empleo, que pasa del 24,3% al 25,7%. El valor de la mejora pierde fuerza si se tiene en cuenta que, en 2009, en plena crisis económica, la tasa de desempleo de las personas con discapacidad era del 21,7%, casi 11 puntos menos que en la actualidad.
Estos datos tienen una lectura rápida, clara, directa y demoledora. Y es que, si al comienzo de la crisis el porcentaje diferencial de desempleo entre personas discapacitadas y no discapacitadas era de, tan sólo, cuatro puntos… en cinco años de crisis esta diferencia
simplemente se ha doblado. Y aún es peor para las mujeres.
En España, el 4,4% de la población activa tiene alguna discapacidad, lo que supone 1,3 millones de personas. La Ley General de la Discapacidad (la antigua LISMI) obliga, a las empresas con más de 50 trabajadores, a que el 2% de su plantilla debe estar formada por personas que padezcan algún tipo de discapacidad. Sin embargo, esta norma no siempre se cumple. Y es que, aunque los datos INE hablan de un 2,3% de media, el dato tiene trampa: computan empresas que se dedican a insertar a personas con discapacidad, lo que distorsiona el dato.
Según diversas fuentes, más del 80% de las empresas no cumple la ley del 2% y aplica otras medidas sustitutorias como las donaciones a entidades sin ánimo de lucro cuyo objetivo es la inserción de personas discapacitadas.