¿Alguien ha visto alguna vez el anuncio de una promoción inmobiliaria que diga “se vende piso accesible”? Probablemente no. La razón es que sigue muy extensa la idea de que construir pisos adaptados es más caro… lo cual es falso. Tan sólo habría que pensar en que, a la hora de construir una vivienda, cada espacio e instalación debería ser diseñado y construido para ser utilizado por cualquier persona, de forma autónoma y segura, independientemente de sus capacidades.
Sin embargo, si tenemos en cuenta diferentes estadísticas, es evidente que esto es algo que está lejos de ser una realidad… al menos en España. Según los últimos datos del INE, de los 3,85 millones de personas con discapacidad que hay en España, el 51,5% tiene dificultad para desenvolverse con normalidad, especialmente en las escaleras (43,3%) y baños (29,8%). Y peor aún: del parque de edificios de viviendas existente en España, solo el 23% se puede considerar accesible. En el resto hay barreras… barreras más frecuentes cuanto más antigua es la vivienda, donde a menudo no es posible instalar un ascensor… o, siquiera, un salvaescaleras.
Entrar y salir de casa sigue siendo el primer problema de accesibilidad sin resolver. Solo la zona de acceso en dos de cada 100 viviendas, cumple con criterios de accesibilidad universal, según los estudios de la Fundación ONCE.
Lo más normal es que haya escalón o escalones, en el lugar en el que debería de haber una rampa. Y cuando la hay, lo más común es que dicha rampa esté mal diseñada, con pendientes que (en algunos casos) supera el 20% de inclinación, cuando no deberían superar el 10%. Aunque parezca incongruente, el ascensor es otra barrera. Solo el 15% de las cabinas tiene accesos y dimensiones accesibles.
¿Y cuando se llega a casa? ¿Se acaban los problemas? Pues no. Más bien, aparecen otros nuevos. Para empezar, los baños y las cocinas de las casas españolas tienen graves problemas de accesibilidad y las puertas y pasillos impiden moverse con libertad. El ancho estándar de las puertas suele ser de 70 centímetros, por lo que es imposible que pase una silla de ruedas.
Para ser accesibles, tanto los pasillos como los vanos de las puertas deben tener (cómo mínimo) 80 centímetros de anchura. Una buena forma de aumentar el espacio libre es colocar puertas correderas, con las guías empotradas en el suelo o en la parte superior. ¿Lo ideal? Poder tirar muros y hacer el espacio lo más diáfano posible, sin pasillos.
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