El actor Jorge Sanz ha recogido el reto que le lanzó el grupo de teatro Els Joglars: la puesta en escena de Tiempo, una obra escrita por Quim Masferré y dirigida por Ramón Fontseré.
Jorge Sanz, una silla de ruedas y un cronómetro
En la obra, un hombre enfermo cuenta, al público, los últimos noventa minutos de su vida. Y no ha sido un reto cualquiera. Jorge Sanz ha tenido que reinventarse a sí mismo y reinventar su técnica teatral. Básicamente, y según él mismo Jorge Sanz ha comentado en diversas ocasiones y entrevistas, la mayor dificultad a la que ha tenido que enfrentarse es que, sobre el escenario, tan sólo hay tres “personajes”: él mismo, una silla de ruedas y un cronómetro.
Escrita originalmente en catalán, Temps (Tiempo) trata, desde muchas perspectivas diferentes, un planteamiento radical: de qué es lo que haría cualquiera a quien le hicieran el anuncio de que su vida se acaba en 90 minutos.
La obra transcurre hacia atrás, con un cronómetro que va descontando los minutos; entre medias, grandes temas –la Humanidad, el tiempo, la vida, la muerte- y pequeños -las multas, las risas, los olores, los recuerdos o la ira-.
Reirse de todo, porque todo se acaba
En el escenario Jorge Sanz, vestido en pijama, se siente libre para saltarse las normas políticas, sociales y morales. O lo que es lo mismo, para decir la verdad y todo lo que piensa, para reírse de la muerte y del público. ¿Por qué lo hace? Porque sabe que, diga lo que diga, no va a tener consecuencias. Todo se acaba.
El actor madrileño, que colabora también en la producción de la obra, asegura que con este papel por primera vez se siente «plenamente satisfecho» y sale al escenario a «disfrutar», porque Ramón Fontserè, director de la obra y de la compañía Els Joglars, «ha conseguido que me pasen cosas y que al público también le pasen cosas».
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