De momento es tan sólo un prototipo que, diseñado gracias a una colaboración entre la empresa Handytronic y la Universidad da Coruña, ha logrado traducir impulsos cerebrales en órdenes de movimiento. Toda una apuesta para que el desarrollo de la inteligencia artificial resuelva restos de la diversidad funcional.
Arriba, abajo, derecha, izquierda. Ninguna de estas palabras es pronunciada por la persona con discapacidad que, en ese momento, va sentada en la silla de ruedas.
Un nuevo concepto de silla de ruedas
Sin embargo, la silla de ruedas se mueve a voluntad de su usuario. O, hablando con más propiedad, de su cerebro. No es magia. La silla se mueve gracias a un casco en la cabeza del usuario que incorpora una plataforma de encefalografía que capta sus impulsos eléctricos. Son señales aparentemente ininteligibles, pero que expresan el deseo del usuario del sistema. Para, arranca…
Un software que traduce lo que la mente dice
La herramienta encargada de traducir esas señales cerebrales es un software diseñado sobre la metodología de la inteligencia artificial. Dicho programa es capaz de adaptarse al pensamiento de cada persona y, al mismo tiempo, puede traducir este pensamiento en ordenes que se introducen en el hardware que va conectado al motor de la silla.
Alianza fructífera publico/privada
Así es. Del trabajo conjunto entre empresa y universidad, ha surgido una silla de ruedas inteligente para personas con diversidad funcional guiada por ondas cerebrales. El sistema, que incorpora una tableta electrónica en la que se ha instalado el software específico conectado por Bluetooh al casco, presenta la particularidad de que se adapta a las necesidades de cada persona. Son los logaritmos basados en inteligencia artificial los que permiten que la aplicación aprenda de las rutinas mentales del usuario.
Aún no disponible en el mercado
Para que esta silla pueda ser adquirida en un comercio, aún tendrá que pasar algún tiempo. Y es que, aunque el prototipo funciona perfectamente, aún habrá que abaratar costes para que el producto sea viable en el mercado. En realidad, el objetivo final de los promotores es conseguir un dispositivo de bajo coste que pueda adaptarse a cualquier silla de ruedas. O sea, que los inventores de esta silla lo tienen claro: esto sólo tiene sentido si se universaliza y mejora la calidad de vida de los usuarios.