Él es Álvaro y, con tan sólo 7 añitos, ha podido probar de primera mano el primer exoesqueleto infantil en su casa. Ésto ha sido posible gracias a un ensayo clínico en el que han colaborado tres niños con atrofia muscular espinal (AME). Esta enfermedad les impide caminar debido a la debilidad muscular que les provoca.
Ahora, y gracias al desarrollo de la tecnología, podemos ver a estos pequeños yendo al colegio andando, olvidándose de su silla de ruedas.
Tecnología española que nos hace más independientes
El proyecto comenzó en 2016 de la mano del responsable de la Unidad de Neurodesarrollo de Neurología Infantil del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid Gustavo Lorenzo y de la investigadora Elena García del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Además, en este proyecto han colaborado estrechamente la empresa tecnológica Matsci Bionics, el Centro CIGAT de atención temprana y la Fundación Mutua Madrileña a través de una de sus Ayudas anuales a la investigación.
Referente al exoesqueleto infantil, decir que ha sido desarrollado íntegramente en España por el CSIC y que su característica principal es que tiene un músculo artificial que imita el funcionamiento de uno real. Así, para colocar el exoesqueleto a un paciente, será necesaria la ayuda de un fisioterapeuta que nos asegure el correcto funcionamiento de todos los músculos, sean reales o artificiales.
Exoesqueleto Infantil: un gran avance para la discapacidad
«El exoesqueleto infantil se puede adaptar automáticamente a la necesidad de cada niño» indicó Elena García, creadora del mismo. «Este estudio nos ha permitido mejorar enormemente la ergonomía del dispositivo al utilizarlo sobre tres pacientes con diferentes características».
Y es que, el fin de este proyecto ha sido probar los diferentes beneficios psicológicos y motrices de los niños con atrofia muscular. Este dispositivo les ha permitido ya no sólo mantenerse en pie sino caminar. Este hecho ha posibilitado que los niños pudieran moverse con total independencia.
Así, la última prueba del ensayo ha sido la prueba del exoesqueleto infantil durante dos meses en el propio hogar de los menores. De este modo, se ha integrado el aparato en sus actividades del día a día.
Como resultado, los niños han podido andar, jugar e incluso bailar. Algo totalmente impensable por los médicos cuando fueron diagnosticados de atrofia muscular.
Una vez más, ¡bravo por la tecnología!