Cuando hablamos de accesibilidad, hacemos referencia a la eliminación de aquellas barreras arquitectónicas que impiden a un sector de la población acceder a determinados lugares o ejecutar determinadas acciones. Por ejemplo, para una persona de movilidad reducida, un escalón supondría una barrera. Evidentemente, dependiendo de la persona, habrá elementos que supongan barreras o no, en función de sus capacidades.
En este artículo, veremos qué pautas seguir para hacer un diseño accesible para personas con movilidad reducida.
Cómo diseñar un espacio accesible: paso a paso
En España, suponemos que el 70% de la población con discapacidad, tiene movilidad reducida. Además, es importante señalar que, cuando hablamos de movilidad reducida, no sólo hablamos de sillas de ruedas. También hablaríamos de usuarios de bastón, muletas, andadores, personas mayores, mujeres con un embarazo avanzado, carritos de bebé… Por absurdo que ésto parezca, el simple hecho de llevar el carrito de la compra ya nos supondrá que, ante un bordillo, nos encontraremos una barrera.
Por ello, a la hora de tratar temas de accesibilidad, tendremos que tener en cuenta múltiples factores. Ya que tiene que primar la accesibilidad universal para todos.
A continuación, vamos a ver qué criterios se tienen que tener en cuenta a la hora de realizar un diseño accesible.
Requisitos de accesibilidad
En primer lugar, si hablamos de un lugar donde sea necesario girar para volver a salir, el espacio mínimo deberá contar con 1.50m. Es decir, para que una silla de ruedas pueda realizar un giro de 360º. Ésto, por ejemplo, debería de aplicarse en un baño accesible. O en un ascensor con una sola puerta de entrada y salida.
Por otro lado, deberemos evitar resaltes en el suelo. Estos resaltes pueden conllevar tropiezos o, incluso, atascar las ruedas de una silla o carrito. Así, las juntas entre baldosas o adoquines han de estar enrasadas.
En las puertas, deberemos considerar un ancho mínimo de 80 centímetros. De esta forma, garantizaremos que cualquier silla de ruedas o carro pueda pasar por ella.
Así, hablando de altura, las llaves de luz o interruptores, no deberían de estar a más altura que 1,20m. Ya que, si la persona está sentada en una silla de ruedas, no podría llegar si estuviera más alto.
Si colocamos un espejo en el baño, este no deberá estar a más altura de 90 cm. Y, si está más alto, deberá de colocarse inclinado hacia abajo.
Si tenemos que rebajar un bordillo mediante una rampa, ésta no deberá tener una inclinación mayor al 8%. Si hablamos de un conjunto de escaleras, sería imposible colocar una rampa (o esta sería kilométrica). Así, podremos poner una plataforma elevadora o un salvaescaleras.
Si tenemos escaleras, deberemos colocar un pasamanos a ambos lados. Si no le encuentras utilidad, imagínate a un abuelillo al que le cuesta levantar los pies. O a una persona con problemas de fatiga o dolor de espalda. Si cuentan con un apoyo, podrán subir y bajar con mayor seguridad.
Otros aspectos a tener en cuenta en materia de accesibilidad
Además de todo lo anterior, tenemos que pensar en facilitar las cosas a aquellos que tienen otras capacidades.
Para facilitar las transferencias desde la silla de ruedas, las sillas, sofás, inodoros… deberán contar con una altura mínima de 45 cm. En el caso de los inodoros, tenemos varias opciones: desde colocar un inodoro suspendido en la pared a utilizar uno normal y aplicar un alzador (los podrás encontrar en cualquier tienda de ortopedia).
Finalmente, unas barras de apoyo para ayudar a las transferencias siempre serán bienvenidas (y no suelen ser muy costosas).
Como punto final, si queremos realizar una actividad inclusiva, deberemos contar con elementos versátiles que puedan ser usados con ambas manos. Como por ejemplo, el terror de los zurdos: las tijeras.