¿Hace unos años, quien se hubiera atrevido a imaginar que la música pueda cambiar, de forma automática, según nuestro estado de ánimo…o en un aparato que, a lo largo del día, nos chivara las calorías que vamos consumiendo? Fuera de la ciencia ficción, pocos serían los que se hubieran atrevido, si quiera a pensarlo. Pero, ahora, esos planteamientos, y otros muchos más, han dejado de ser ciencia ficción. ¿La razón? una nueva generación de dispositivos vestibles (wearables) que han entrado con fuerza en el mercado para dar voz a nuestros cuerpos.
A partir de esta tecnología, se puso en marcha, hace tres años, el proyecto BMI House, un ambicioso plan para crear casas inteligentes con la ayuda de una prometedora tecnología llamada interfaz cerebro-máquina (BMI, en sus siglas en inglés). La tecnología en cuestión se basa en unos sensores adheridos a un casco, capaces de medir, por si solos, las diferencias en los campos eléctricos que generamos, de forma natural, en ciertas zonas de nuestro cerebro. Luego, al analizar la información recogida en estos sensores, un programa informático es capaz de deducir conceptos tales como estados de ánimo, niveles de estrés e incluso decisiones simples -por ejemplo, encendido/apagado o derecha/izquierda-…
Los investigadores que están detrás de este programa, decidieron, casi desde el inicio del proyecto, hace tres años, buscar que beneficios podían obtener de esta tecnología para las personas discapacitadas.. En España, el 74% de las personas con discapacidad afirman tener dificultades para las actividades básicas de la vida diaria. Aumentar el tiempo que estas personas pueden mantenerse activas en sus propias casas, aumentando su autonomía, es uno de los grandes retos tanto de asociaciones de pacientes como de gobiernos.
La idea del BMI House, equipada, con sensores y cámaras, es ayudar al usuario, a través de una suerte servicial mayordomo domótico. Esto se conseguiría si se lograra hacer de la silla de ruedas eléctrica del usuario el centro de la simbiosis digital entre residente y vivienda. O sea, que se lograra autonomía suficiente para desplazar al usuario a una serie de lugares predefinidos dentro de la casa.
En cuanto a cómo el usuario accede a las distintas facilidades de la domótica con la que va equipada la BMI house, aquel lo hace a través de una Tablet que muestra (sobre un plano) los automatismos que están disponibles en el entorno doméstico del discapacitado.
Los beneficios, en términos de aumento de autonomía para el discapacitado son evidentes. Pero no queda todo ahí. Y es que la familia más cercana puede, a través de la información recogida por el sistema BMI house, saber, de primera mano, sobre el estado físico y anímico de sus familiares (estrés, cansancio…).